Tenemos que tener en cuenta que el cerebro reptil es muy impulsivo, es decir, que las reacciones son un ¼ de segundo. Hay una inmediatez y una impulsividad en sus reacciones que nos hace perder muchas veces la cordura, con lo cual la prevención, el cuidado de nuestro cuerpo, el mimo a nuestro cuerpo, la consciencia de nuestro cuerpo nos va a permitir que ese ¼ de segundo mágico del que muchas veces se habla, para no meter la pata, para que no se convierta en uno: ¡ay dios mío, ya la hice!, porque va muy rápida la reacción.
El que vaya muy rápida la reacción tiene un sentido, ya que en la naturaleza es la rapidez lo que hace que un ser sobreviva, que una hormiguita, que un pajarito, que un ratoncito, la misma cebra o caballo puedan sobrevivir. Es decir, tiene que ser: aquí te he visto, aquí no te he visto, para poder sobrevivir, con lo cual tiene un sentido, esa inmediatez, esa impulsividad, esa prisa que tiene ese cerebro para reaccionar, porque lo que está detectando siempre que reacciona es muerte o posibilidad de muerte, no hay término medio.
No es un cerebro que tenga término medio en su manera de procesar la información: es binario, todo o nada. Es vida o es muerte. es pelear o huir. No hay reflexión, no hay memoria. Aunque tenga la prueba de que va a sobrevivir, el cerebro reptiliano no lo procesa con lo cual no responde al aprendizaje vital.
Es algo que nosotros le tenemos que comunicar a través de las otras estructuras, cerebro límbico con las emociones o la neo corteza con el razonamiento lógico. Por lo tanto, es muy interesante que nos llevamos bien con él y que lo cuidemos mucho, porque todo el cuidado que le vayamos a prodigar a nuestro cuerpo va a tener sus efectos, sus resultados al momento de haberse sabido controlar.