Quiero compartir con Uds. algunas cosas relacionadas con las emociones. Recuerden que el cerebro límbico es el hogar de las emociones, allí tenemos la fábrica de fármacos para la producción de neurotransmisores y hormonas asociadas a los distintos tipos de emociones que cada uno de nosotros experimenta día a día. Me gustaría que cada quien pensara en este término y obtuviera su propia definición. Tómese su tiempo y piense en lo que la emoción representa para Ud.
Este tema es de suma importancia, ya que hoy es más útil y necesario ser emocionalmente inteligente que simplemente racional. Lo que tradicionalmente se considera inteligencia, hoy se complementa con el concepto de coeficiente de inteligencia emocional.
Lamentablemente, no hemos logrado transformar nuestro sistema educativo para incluir la enseñanza sobre el cerebro triuno y, en particular, sobre la gestión de las emociones, lo que podríamos llamar la \»gerencia de uno mismo\». Esta falencia es una de las más grandes que enfrenta nuestra sociedad actual. La falta de amor, compasión, miedo, ansiedad y tristeza son emociones que no sabemos manejar y que nos desbordan, lo que a menudo se traduce en titulares de prensa sobre eventos trágicos. Muchas de estas situaciones surgen de la falta de conocimiento sobre cómo gestionar nuestras emociones. Cuando no aceptamos y regulamos adecuadamente nuestras emociones, el cerebro reptiliano toma el control y actuamos por instinto, cometiendo acciones de las que más tarde nos arrepentimos.
Es urgente un llamado a la sociedad global para que empecemos a abrir las aulas a la inteligencia emocional. Debemos formar seres emocionalmente inteligentes que contribuyan a construir la sociedad que todos deseamos.
¿Qué es la emoción?
Las emociones tienen como objetivo mantenernos vivos, ayudándonos a sobrevivir y reflejando el significado de nuestras experiencias. Desde una perspectiva neurobiológica y evolutiva, las emociones son conductas y pensamientos que se activan en situaciones tanto reales como imaginarias. Son manifestaciones físicas de nuestras reacciones, ya sea ante algo que nos atrae o algo que nos produce rechazo.
Las emociones generan pensamientos, ya que nos permiten reflexionar sobre ellas y decidir si conviene acercarnos o alejarnos del estímulo que las desencadena. Aunque ya no necesitamos defendernos de depredadores, nuestros estudiantes deben \»sobrevivir\» cada día en el aula. Las sociedades humanas han adquirido una complejidad social y cultural, lo que amplía el concepto de supervivencia. Un claro ejemplo es Eduardo, un alumno de 4° grado, para quien cada día en la escuela se convierte en una batalla de supervivencia.
En muchas ocasiones, Eduardo se siente compelido a escapar del aula. El desencadenante recurrente de estas situaciones radica en su percepción de injusticia; siente que el docente no le permite participar en las discusiones grupales, a pesar de levantar la mano repetidamente. Al no conseguir la aprobación del profesor, Eduardo se enoja y se frustra, lo que lo lleva a dejar la clase enfurecida, llorando y corriendo por la escuela sin rumbo. En este caso, es evidente que Eduardo necesita sentirse reconocido y respetado tanto por sus compañeros como por el docente, y le resulta difícil sobrevivir en ese contexto particular. Su reacción de huida es un mecanismo de defensa frente a una situación que le causa sufrimiento. De manera similar, muchos de nuestros estudiantes \»huyen\» de la clase, incluso manteniéndose en sus asientos.
Para Mary Helen Immordino-Yang (2007), las emociones son estados fisiológicos del cuerpo y la mente, y constituyen los elementos fundamentales detrás de por qué pensamos y aprendemos.
Como seres humanos, tenemos la capacidad de experimentar una infinitud de matices emocionales, y no son las emociones mismas las que nos distinguen de otros animales. Lo que realmente nos coloca en la cúspide de la escala evolutiva es nuestra habilidad para reconocerlas y reflexionar sobre ellas.
Clasificación de las Emociones
La mayoría de los autores coinciden en clasificar las emociones de la siguiente manera:
- Emociones Primarias: Ira, tristeza, miedo, disgusto, placer y sorpresa. Estas emociones son universales y tienen una expresión facial única que puede ser reconocida en cualquier parte del mundo. Están inscritas en nuestro ADN y forman parte de nosotros desde el nacimiento. Son conductas adaptativas cruciales para la supervivencia.
- Emociones Secundarias: Empatía, compasión, vergüenza, culpa, orgullo, envidia, esperanza, desilusión, celos y desprecio, entre otras. Estas respuestas emocionales se desarrollan a lo largo de la vida y su expresión varía según la cultura y el contexto socio-histórico. También conocidas como sentimientos, involucran un proceso cognitivo y cultural. Dado que estas emociones se aprenden y requieren la presencia de otra persona para expresarse, la escuela tiene la responsabilidad enorme de enseñarlas. ¡Es vital fomentar el desarrollo de la empatía en la escuela!, ya que es una de las competencias emocionales que nos conecta con los demás, permitiéndonos tomar conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas. No olvidemos que somos seres sociales, y nuestras competencias sociales determinan la forma en que nos relacionamos con el entorno.
- Emociones Mixtas: Son combinaciones de las anteriores, y subyacen en un estado de ánimo que puede oscilar entre el entusiasmo y el desánimo. Antonio Damasio (2008) las describe como aquellas que constituyen nuestro estado de ánimo a lo largo del día, representando nuestro estado corporal predominante entre las emociones. Podemos visualizar estas emociones como colores: las emociones primarias serían los colores base, que al combinarse forman las secundarias, y a su vez se entrelazan para dar lugar a emociones mixtas.
Cada emoción provoca un comportamiento o impulso a la acción, manifestándose en expresiones faciales, cambios en el tono y volumen de la voz, y movimientos del cuerpo. Por ejemplo, en estados de enojo o placer, la tendencia es acercarse al estímulo que provoca esa emoción. Por el contrario, en la tristeza o el disgusto, puede haber un retroceso, pérdida del control muscular o inhibición en la conducta. Además, nuestras emociones están vinculadas a una experiencia cognitiva, es decir, el significado que atribuimos a esa situación. Por ejemplo, en momentos de enojo, reflexionamos sobre cómo hemos percibido o reaccionado ante el estímulo, o sobre cuáles son los que nos provocan tal reacción.
Continuaremos explorando este interesante tema
Frase del día:
\»Las emociones no son como los pensamientos; no comienzan con mayúscula ni terminan con un punto. No son como el arte: no se dejan enmarcar como un cuadro, ni están delimitadas como una escultura. Tampoco tienen la claridad de una acción. Las emociones son permeables como la neblina, difíciles de definir en términos de dónde comienzan y dónde terminan, cuándo se levantan o cuán intensas se vuelven. A veces, son como los rayos y truenos de una tormenta: golpean y retumban. Si nos encontramos en el lugar equivocado, nos alcanzan y parecen llover antes, durante y después de la tormenta. Frecuentemente, nos sentimos indefensos ante ellas.\»