Imagínate a un reptil, una serpiente, una víbora. Se desliza húmeda y escurridiza, buscando su alimento. Un reptil. En la jungla. En la casa, en la naturaleza salvaje y también en la cabeza de todos nosotros. Imagínate las elecciones, las colas para ir a votar, las propagandas, las promesas de los políticos, el terror que han ido preparando y ese reptil en el cerebro del votante
El cerebro de reptil
Primitivo. Salvaje. Bestial. Simple. Así es el cerebro de reptil dentro del cerebro humano. Su sentido común es la SOBREVIVENCIA. Sus impulsos son elementales. Atacar o huir. Alimentarse. Reproducirse. Defender su territorio. Respetar las jerarquías. Respetar al más poderoso. Sobrevivir a como dé lugar. Del modo que sea, pero sobrevivir.
Impulsado por el cerebro de reptil, el ser humano busca unas pocas cosas: Oxígeno. Alimentos. Sexo. Seguridad. Territorio propio. Jerarquías definidas. Rituales. lo básico, y a lograrlo del modo que sea. Un modo que generalmente es rápido, ciego, violento e inmediato. Ya dije que es primitivo, ¿no?
El reptil va a las elecciones
Ese cerebro básico lo llevamos dentro , un antiquísimo reptil. Que sigue vivo y operativo, que sigue produciendo hechos en nuestra vida. Tal vez así se explican tantas cosas que ocurren…y que de otro modo parecerían inexplicables.
Estamos preparándonos para votar y el reptil esta muy despierto. Allí estamos, tomando nuestra decisión del voto. Vamos a la fila y entramos al cuarto secreto. Introduciendo una hoja de votación en la urna. Allí estamos, tan humanos y civilizados. Pero con nuestro cerebro de reptil activado en nuestro interior.
Recordemos lo que el cerebro reptil prefiere. Supervivencia. Oxígeno. Alimentos. Sexo. Seguridad. Territorio propio. Jerarquías rígidas. Rituales. Resistencia al cambio. Impulsos primitivos. Violencia. Ataque y fuga.
¿Acaso no has visto este cuadro en política alguna vez?
Porque este reptil vota. Sí. El reptil también vota.
No todo es reptil en el cerebro humano, claro.
Pero lo dicho: el reptil también vota.