El olfato y la memoria

Tomado del blog Suma de Felicidad…

Es probable que, en más de una ocasión, hayas olido un perfume que te recordase a una persona cercana. O que algún alimento te haya sugerido un sabor familiar, y te haya hecho entrar en un estado de melancolía.

Este fenómeno, que asocia una experiencia sensorial con un recuerdo, se conoce como el efecto “Magdalena de Proust”. El escritor neurocientífico Marcel Proust publicó \»En busca del tiempo perdido\».  El conocido pasaje en el que Proust hace referencia a su magdalena aparece en el primer tomo de su obra, Por el camino de Swann. Explica la experiencia de uno de los personajes que, cierto día, abrumado por la tristeza, prueba una magdalena (como se conoce en algunos lugares a un tipo de un pastelito dulce) mojada en té y es repentinamente transportado a los veranos de su infancia en Combray, un pueblito al noroeste de Francia.

Versa así:  “En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…”  De esta manera, Proust quiere mostrar su percepción de una realidad que solo tiene sentido a través de la experiencia sensorial.

Esa memoria involuntaria, que nos retrotrae a momentos del pasado, es la que da autenticidad a la vida y nos llena de dicha y plenitud. El hecho de que puedas recordar momentos de tu pasado -incluso de tu niñez más temprana- después de oler o saborear algo, tiene una explicación científica.

Recuerdo proustiano.   \»La forma en que precisamente ocurre esa re activación (estímulo-memoria) sigue siendo solo parcialmente comprendida\», comenta el doctor Loren M. Frank, del Instituto Kavli de Neurociencia Fundamental de la Universidad de California, en San Francisco.

Cuando se forman los recuerdos, una región del cerebro llamada hipocampo ayuda a unir las partes de la memoria (la vista, los sonidos, los sabores y los olores…) que se han procesado en regiones cerebrales especializadas dedicadas a cada sentido. \»Más tarde, cuando se experimenta el mismo olor o sabor, ya está vinculado a las otras partes de la memoria y así es posible \»reactivar\» las imágenes, los sonidos, etcétera\», señala el experto.

En el hipocampo se guardan sabores, sonidos, historias… y olores. Es una asombrosa biblioteca atestada de estanterías con recuerdos encuadernados.  Quizás lo más extraordinario es que de repente, sin previo aviso, simplemente con un olor o un sabor, y sin tener que hurgar entre los estantes, podamos rescatar un párrafo o una fotografía y transportarnos por un instante a un momento concreto de nuestra vida, algo que de forma consciente somos incapaces de recuperar.

Es verdaderamente extraordinario que en nuestro cerebro la dualidad espacio y tiempo se dobleguen y se pongan al servicio de un sentido. Un simple aroma o un sabor es capaz de desencadenar una catarata de sensaciones.

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