Como les mencione anteriormente, estamos cada día observando como los reptilianos están controlando el mundo.
Uno de cada tres habitantes del planeta vive bajo una dictadura, sometido al control de regímenes autoritarios. Más de 2.000 millones de personas en todo el mundo se encuentran bajo la opresión de tales gobiernos, según el índice de democracia de 2010 publicado por la consultora Economist Intelligence Unit. En más de 55 países, la población carece de la capacidad para ejercer sus derechos fundamentales, encontrándose a merced de un único partido o, en la mayoría de los casos, de la voluntad de una sola persona que dirige a los ciudadanos a su antojo.
¿Qué sucede con aquellos que creen estar viviendo en una democracia, pero en realidad enfrentan una forma de dictadura? Esta última se define como la negación de la democracia, implicando la supresión de elecciones libres, la prohibición de partidos políticos, la sumisión a la voluntad del dictador, la violación de derechos humanos, la negación de la separación de poderes, el control de los medios de comunicación, una estructura militarista en el ejercicio del poder y el culto a la personalidad del líder, ya que no existe dictadura sin un dictador.
Además, es importante mencionar el papel del cerebro reptil, para que podamos reconocer y no dejar que nos controle.
El cerebro reptil reside en el tallo del encéfalo, siendo el más antiguo de nuestros sistemas cerebrales, y se encarga de nuestra reactividad y supervivencia. Este centro de automatismos es el origen de las respuestas de lucha y huida, así como del control de los niveles de energía, de los sistemas motivacionales y del impulso a la acción. Es responsable de funciones vitales como el latido del corazón, la respiración y el movimiento intestinal. Nos conecta de manera refleja con el entorno, favoreciendo nuestra supervivencia al activar automáticamente respuestas como la retirada ante el calor intenso o la protección ante amenazas, ya sean físicas o simbólicas.
Siempre en estado de alerta, el cerebro reptil no descansa, ni siquiera durante el sueño profundo. Automatiza reacciones instintivas y refleja la raíz de conductas obsesivas y rituales. También regula funciones vitales esenciales, como la actividad cardiaca, vascular, pulmonar e intestinal, que son fundamentales para la vida. Estas funciones, lejos de ser solo fisiológicas, influyen en nuestro estado emocional y nuestra postura en una sociedad que enfrenta altos niveles de estrés.
Aunque el cerebro reptil es renuente a la dominación y a la nostalgia, permitiendo que instintos primitivos emergen sin control, también puede mostrar sencillez e inocencia cuando se le brinda la oportunidad de relajarse. En esos momentos, se vuelve receptivo, capaz de generar un espacio de paz y serenidad, actuando como un reservorio de nuestro pasado ancestral.