¿Por qué nadie puede evitar las emociones? Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, cuenta que existen “porque fueron claves para la supervivencia del Homo sapiens”. El enojo, por ejemplo, era necesario; si un ser humano cazaba y no le convidaba a su compañero, este debía enojarse para pelear por su ración de comida, o moría de hambre.
Desde esta perspectiva, las emociones no se dividen en buenas y malas, todas cumplen un rol. “Las denominadas emociones negativas tienen funciones muy importantes, se las llama así no porque sean inconvenientes, sino porque se viven con displacer”, indica Torrente.
La tristeza, una emoción que se ha querido desterrar a fuerza de Prozac y otros fármacos, “sirve para aumentar la reflexión sobre nuestras vidas, dar una pausa para reorganizar nuestros planes y concitar la ayuda y el afecto de otros seres humanos”, señala.
Y aunque según la creencia popular, las emociones se ubican en el corazón, en realidad ellas residen en el cerebro, con más precisión en el cerebro límbico; mientras que el neocórtex se encarga de lo racional y el cerebro reptiliano de lo instintivo.
“Al que más tiempo se le dedica es al córtex, por eso en las escuelas se estudia lengua y matemáticas; sin embargo el que más usamos es el límbico, de él dependen casi todas las decisiones que tomamos en el día
Se estima que cada día pasan por la mente 68 mil pensamientos, y aunque parezca contradictorio, la reflexión es la gran ausente, la mayoría de las veces el cerebro piensa en piloto automático, actúa sin preguntar. “La gente no sabe qué piensa, por eso cuando uno le pregunta si es optimista o pesimista, no sabe qué responder o quizás responde “optimista”, pero después analiza cada pensamiento que tuvo a lo largo del día y se da cuenta de que no es así”, señala Bachrach.
Estar atento a lo que se piensa es la llave para regular las emociones, las emociones no nos obligan a actuar de un modo especifico, sólo vuelven más probable un tipo de respuesta pero con cierto esfuerzo se puede cambiar la conducta favorecida por una emoción; es lo que pasa, por ejemplo, cuando nos guardamos el enojo frente a un comentario que nos molesta.
Bienvenida la transformación de la experiencia emocional que consiste en cambiar la manera en que sentimos, cambiando la manera en que pensamos.