El cerebro reptil y su impaciencia

En el ser humano existe una incongruencia con respecto a toda la potencia que tiene este cerebro contra lo que realmente se necesita. Es ahí que vamos a encontrar la explicación de cómo nos podemos llegar a poner en un momento dado cuando tenemos hambre por ejemplo, aún sabiendo que vamos a comer y podemos incluso desarrollar una ira o una hostilidad que puede producir incluso una pelea bestial dentro de una cocina, dentro de una familia o en un restaurante cuando de repente nos pasan la fuente por delante, y empezamos a odiar al camarero porque ¡tenemos hambre!, porque ¡queremos comer ya! Aún sabiendo que vamos a comer estas estructuras se ponen muy bestias.
El ser humano ha padecido mucha hambre a lo largo de los cientos de miles de años que lleva existiendo en este planeta y entonces aquí existe lo que se llama una memoria celular, una memoria genética, y esa memoria genética se relaciona directamente con el cerebro reptiliano para precisamente pedir, y además con una gran fuerza, la inmediatez de la satisfacción de cualquiera de las necesidades corporales.
Este cerebro no tiene paciencia, ni compasión. No tiene prospección de futuro porque no sabe que dentro de cinco minutos vaya a ocurrir algo, con lo cual se pone muy tirano.
Es un cerebro tirano que realmente nos está llevando continuamente a reaccionar. Es un cerebro que se relaciona con la rabia.

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