Durante muchos años hemos venido oyendo frases célebres de personalidades importantes que de haberlas repetido tanto creemos que son verdades verdaderas. Y reflexionando acerca de algunas de ellas me he dado cuanto que pueden ser refutadas.

Comencemos este post con una idea central: la vejez nos otorga sabiduría. A medida que envejecemos o nos convertimos en adultos mayores, es natural suponer que acumulamos más entendimiento. Sin embargo, pienso que ni los aprendizajes de la neurociencia ni la era de la neuroplasticidad garantizan que las personas mayores se vuelvan más sabias o inteligentes.
Es importante no generalizar; cada individuo sigue su propio camino en la vida y utiliza sus propias estrategias. Muchos viven de manera estática y repetitiva, dejando que los años los atraviesen como un tren bala, sin ser conscientes del tiempo y el espacio que los rodea.
La sabiduría nos brinda claridad y discernimiento, aunque no necesariamente provenga de los años. Con frecuencia, aceptamos el dicho popular que indica que a más años, más sabiduría. Sin embargo, hay un matiz crucial: los años que acumulamos no siempre son años vividos de manera plena. Hay quienes, a lo largo del tiempo, mantienen rutinas invariables y continúan llevando la misma vida, sin crear nuevos mapas mentales, adquirir nuevas experiencias o enfrentar nuevos desafíos.
Sin duda, el paso del tiempo nos proporciona experiencias, pero las diferencias en la calidad de esas experiencias entre las personas son abrumadoras.
Es esencial buscar nuevas vivencias, vivir con intensidad, activamente y con conciencia. Debemos estar alertas a lo que sucede en nuestra vida diaria y avanzar en sabiduría a través de estos aprendizajes. De lo contrario, no solo dejaríamos de sumar a nuestro conocimiento, sino que podríamos llegar a perder lo que ya hemos adquirido.
La realidad es que muchos que alcanzan la vejez carecen de recursos económicos para mantener un estilo de vida activo. Se limitan a disfrutar buenas vacaciones o lujos momentáneos, lo que a menudo afecta su bienestar emocional. Esta situación puede llevar a perder la ilusión y la esperanza, especialmente en lo que respecta a encontrar que la sabiduría reside en aceptar y vivir con lo que se tiene, en lugar de desgastarse pensando en lo que parece faltar.
La verdadera sabiduría, en mi opinión, radica en la habilidad de aprender de las experiencias cotidianas, incluso de aquellas que parecen carecer de trascendencia. No se trata tanto de lo que vivimos o dónde lo hacemos, sino de cómo lo percibimos y experimentamos. No hay mejor manera de revitalizar nuestro cerebro y liberar hormonas de placer que al reconocer que cada día que despertamos es un regalo, considerando que más de un millón de personas no logran despertarse con salud.
Es evidente que los años no garantizan sabiduría; es lo que hacemos con cada momento lo que realmente importa. No se mide en duración, ubicación o frecuencia, sino en las lecciones y el crecimiento que extraemos de nuestras experiencias, alimentando así nuestro conocimiento y nuestro corazón.
Como en un hermoso jardín, debemos cuidar nuestros pensamientos para que la vejez se llene de verdadera sabiduría, respaldando la idea central de este post. Riégalo con buenos pensamientos, abónalo con emociones positivas, y elimina las malas hierbas que pueden surgir en forma de miedo, ansiedad, tristeza y depresión. Agradece cada mañana al despertar por la oportunidad de disfrutar plenamente de tu vejez.
Las frases del día son:
\»A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos.\» – François de La Rochefoucauld
\»Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer algo, procuro hacerlo de inmediato.\» – Pablo Picasso