La razón y la amígdala

El surgimiento de la conciencia en nuestro cerebro, y la forma en que ese mecanismo nos permite comprender lo que nos rodea.

Cuando analizamos la función de cada una de las estructuras cerebrales del cerebro triuno, nos resulta difícil entender lo que nos sucede cuando estamos en situaciones críticas, e incluso cuando reaccionamos, estamos ya sumidos en una emoción que nos embriaga y por mucho que pensemos en ello resulta así mismo complicado manejarla.

Es una lucha de reacción entre la neocorteza y los sistemas más primitivos, el reptil y el límbico que tienden a ver situaciones críticas como de sobrevivencia

 ¿Entonces esto significa que no se pueden manejar las emociones? si no es así, ¿por qué no podemos reflexionar antes de reaccionar?

Voy a presentarles de manera simplificada algunas de las estructuras cerebrales que son en parte responsables de este proceso.

Percibir es atribuir valor semántico a las sensaciones, darle significado a las palabras que oímos, o lo que vemos. La corteza cerebral, la materia gris rugosa que constituye la parte más externa del cerebro, es la que hace posible que quien lee este texto pueda comprender las palabras, relacionarlas con otros conocimientos, o recordarlo más tarde. Es la parte del cerebro que nos permite atribuir un significado concreto a lo que vemos, oímos, sentimos en el cuerpo, olemos, o saboreamos. Es indispensable, por tanto, para comprender si una voz, un gesto, o una expresión supone una amenaza, una gratificación o es irrelevante para nosotros (Morgado, 2007).

Intentaré explicarlo con un ejemplo: en primer lugar, el tímpano del oído capta un sonido y a través del nervio auditivo envía la información al tálamo, la primera parada de todas las informaciones de los sentidos. El tálamo es una de las partes más importante del sistema límbico. Desde aquí el tálamo envía estos datos a la región temporal de la corteza cerebral que se ocupa de procesar y analizar esa señal auditiva y convertirla en sonido identificable para nosotros. Sin embargo, este proceso lleva su tiempo (a veces un tiempo valioso si se trata de una amenaza) y por eso desde el tálamo, desde esa estación de relevo, se envía también y sin esperar respuesta, la información a la amígdala, otro órgano que representa la estructura del sistema límbico. Esta estructura (con casi 200 millones de años de existencia hasta llegar a nosotros) es primaria y funciona como una alarma: hace su propio procesamiento muy básico de la información auditiva y automáticamente desencadena las respuestas emocionales necesarias, en función de si considera que ese sonido es bueno o malo, así de simple. Lo que sucede entonces es que las dos estructuras que hemos mencionado(corteza cerebral y amígdala) están conectadas y para cuando la corteza cerebral ha identificado el sonido como algo irrelevante (un petardo) y nos ha hecho conscientes de ello, nuestra amígdala se ha puesto en lo peor y nos ha hecho dar un salto.

Para terminar, es importante decir que la amígdala (límbico, emocional)también recibe información de la corteza cerebral (racional), y que los pensamientos sobre las emociones que esta ha generado pueden contribuir a eliminar ese sentimiento si nos percatamos de que no hay motivo, o a potenciarlo si la lógica nos afirma que existe amenaza o peligro real.

¿Parece coherente pensar entonces que la razón puede modular los sentimientos y la conducta emocional?

De aquí puede venir la expresión de contar hasta 10 antes de reaccionar a un estímulo. dando suficiente tiempo al sistema racional de dar una respuesta lógica y coherente. La rapidez con que actúa la amígdala es mucho mayor que la velocidad de respuesta de la neocorteza de allí la calma que requerimos para no tomar acciones inadecuadas de las cuales nos sentiremos culpables una ver ejecutadas

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